Lámina San Felix

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Buen ánimo, hermano: los ojos en la tierra, el espíritu en el cielo y en la mano el santísimo rosario”, solía decir este curita capuchino que nació en Italia, Cantalicio.

Sus padres, campesinos y muy piadosos, lo educaron de tal forma que cuando sus amigos de juegos lo veían venir, decían: “¡Ahí viene San Félix!”

A los doce años se puso a trabajar en la casa de un rico propietario que lo puso de pastor y luego como cultivador. Poco a poco fue aprendiendo a meditar y a alcanzar un alto grado de contemplación.

“Todas las criaturas pueden llevarnos a Dios, con tal de que sepamos mirarlas con ojos sencillos”, dijo una vez el Santo a un religioso que le preguntó cómo hacía para vivir en presencia de Dios en medio del trabajo y otras distracciones.

Siempre andaba muy alegre y ante los insultos respondía diciendo: “voy a pedir a Dios que te haga un santo”.

Tenía una contagiosa felicidad y un increíble sentido del humor delicioso. Vivían bromeando con su amigo Felipe de Neri. Uno y otro se saludaban con constantes bromas y chistes.

Durante toda su vida ayudó a los pobres, visitaba a los enfermos y acompañaba a los moribundos.

Cuando ya tenía avanzada edad, sus superiores quisieron relevarlo de sus tareas pero el Santo les rogó que lo dejasen seguir pidiendo limosna,diciendo que el alma se marchita cuando el cuerpo no trabaja.

El 18 de mayo de 1587 murió después de haber tenido una visión de la Santísima Virgen que venía rodeada de ángeles.

Festividad: 18 de Mayo