Lámina San Antonio de Padua

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San Antonio nació en Portugal, en una bien posicionada familia Lisbonense.  Desde muy joven quiso entregar su vida a la fe, por lo que decidió ingresar a la Orden de los Agustinos.  Ahí aprendió mucho de Dios, y se convirtió en alguien muy culto.

 

En una visita de la Orden Franciscana a su ciudad, quedó fascinado por su estilo de vida, y decidió hacer un cambio, dejando su orden actual e ingresando junto a los Franciscanos.  Fue recibido sin problemas, y mandado de inmediato a Marruecos para que le enseñara a los moros la palabra de Dios.  Lamentablemente ahí se enfermó, quedando muy débil, por lo que tuvieron que mandarlo en un barco de vuelta a su país.

 

Los viajes por el mar no eran fáciles, por lo que de regreso a Portugal, una fuerte tormenta desvío el barco hacia Sicilia.  Con mucha dificultad viajó a Asís y ahí permaneció  dedicado a ayudar a los demás hermanos de la orden Franciscana, poniendo siempre al prójimo primero, jamás se preocupaba ni hablaba de sí mismo.   

 

Pero ya era hora de que su sabiduría e inteligencia se hicieran notar,  fue en una ceremonia,  donde nadie preparó un discurso, en que le dijeron a Antonio que hablara y que dejara que el Espíritu Santo lo guiara.  El santo obedeció, y todos quedaron con la boca abierta ante el increíble desplante. Antonio se hizo conocido por su inmenso don para hablar, predicaba tan bien que lograba que pecadores pidieran confesión, y que los no creyentes se convirtieran.  Su carisma hacía que las Iglesias se llenaran de gente, por lo que tuvo que salir a plazas y mercados a enseñar. 

 

Hasta el día de hoy existe una creencia popular en la que se le reza a San Antonio para pedirle la posibilidad de encontrar el amor.  Otros le rezan cuando necesitan encontrar algo que perdieron, llamándolo “el Santo de las cosas perdidas”.

 

Festividad: 13 de Junio

Patronazgo: Mujeres estériles, Pobres, Viajeros, Albañiles, Panaderos y Papeleros